jueves, 3 de noviembre de 2016

LA ASTROLOGÍA Un sistema de representación de la realidad (Thorwald Dethlefsen)

Vamos a ver varias razones para considerar acerca de la astrología:

1. La astrología es la disciplina esotérica más conocida por el público. Las discusiones entre partidarios y adversarios de la as­trología siempre se vuelven a encender con renovada pasión.

2. La mayoría de las ideas del profano sobre astrología son total­mente falsas, cosa que dificulta qué tanto partidarios como adversarios la comprendan.

3. Siguiendo al espíritu de la época hay cada vez más astrólogos que tratan de separar la astrología de su origen esotérico y adaptarla, paso a paso, al estilo de razonar funcional científico. Se esperaba que con tal proceder fuera reconocida por la cien­cia oficial. A causa de este proceso se ha degradado la astrolo­gía original a una pura técnica.

4. La astrología originaria es típicamente una disciplina esotérica en su estructura interna y su manera de pensar. Es por eso que la estamos tratando como representante de todas las otras téc­nicas mánticas. Basándose en la filosofía que fundamenta la astrología, nos proponemos desarrollar a continuación conside­raciones ulteriores sobre el tema destino y enfermedad.

Antes de hacer algunas reflexiones abstractas para una mejor comprensión de nuestro tema, pediré al lector que resuelva los dos problemas siguientes: Busque lo que tengan en común en cada ca­so (su idea genérica) los siguientes conceptos:

a) perro, estornino, hormiga, cocodrilo, oso, elefante, trucha.
solución:..............................  

b) plomo, macho cabrío, dientes, hiedra, celda de convento, color ne­gro, minero.
solución:..............................

         Con seguridad, la solución del problema a) no representa nin­guna dificultad. Porque el concepto genérico "animal" es inmedia­tamente reconocible para cualquiera. Pero mucho más difícil resul­tará la solución del problema b) porque los conceptos citados no parecen nada homogéneos. El sentido y la explicación de estos dos planteamientos se explicarán en lo que sigue, paso a paso.
Cuando el hombre se enfrenta con la diversidad de las formas fenoménicas, siente la necesidad de ordenarlas. Todas las filosofías y ciencias corresponden a ese fundamental deseo humano. Pero desde siempre ha habido dos caminos diferentes para ordenar esta variedad que al principio parece inabarcable:


1, Creando conceptos genéricos para las distintas individuali­dades con características comunes (por ej.: plantas, anima­les, piedras). Así resulta una subdivisión de la realidad en niveles (reino animal, vegetal, mineral, etc.).

2. Se buscan unidades de las cuales se compone la variedad, mediante distintas relaciones de mezcla. Tanto la teoría de los elementos como también el modelo atómico de los filó­sofos presocráticos se basan en este modelo de pensamiento.

En cuanto a este modo de ordenar, el documento de nuestra época que más impresiona es el sistema periódico de los elementos. Un sistema tal permite reducir la diversidad de las formas fenomé­nicas a algunas cualidades originarias. Las diferentes composiciones y proporciones de mezcla dan la realidad múltiple, cuya estructura se puede comprender mejor así.

Los principios primordiales de la realidad


Este segundo modo de proceder, válido en el ejemplo del siste­ma periódico sólo para el nivel de la materia, ahora lo vamos a transferir al total de la realidad. Aquí partimos nuevamente de la consideración de que la variedad se basa en un número limitado de unidades. Pero como queremos abarcar toda la realidad con nues­tro sistema, tenemos que buscar unidades que tengan vigencia en todos los niveles, ya sea el reino animal, el vegetal, a nivel material o psíquico. En el primer capítulo ya hemos hablado de que la ma­teria siempre necesita información para ser configurada. De ahí re­sulta que la idea es siempre lo más original y más real.
Desgraciadamente en nuestra época materialista se ha impuesto la opinión contraria. Así, se piensa que primero hay una piedra y que entonces el hombre, al contemplarla, desarrolló la palabra y la idea de la piedra, pero en realidad pasa exactamente lo opuesto. Sin la idea de la piedra nunca se puede manifestar una piedra con­creta. La idea y el idioma siempre están presentes mucho antes que sus representaciones materiales. ("En el principio era el Verbo...")
Si un pintor quiere pintar un cuadro, lo primero que necesita es una idea, sólo entonces puede transferir esta idea al plano mate­rial. No es el cuadro el que crea la idea, sino que es ésta la que se condensa en un cuadro. Si entonces queremos proyectar un "siste­ma periódico de la realidad", nuestras unidades hipotéticas tendrían que ser ideas arquetípicas.
Deben existir tales imágenes arquetípicas como elementos pri­mordiales de la realidad, pero al hombre le resulta muy difícil el acceso al mundo de las ideas puras, por eso, por el momento, for­mulamos unidades hipotéticas y las caracterizamos con símbolos abstractos. Por ahora no tiene importancia cuáles son esos símbo­los. Sería posible, y de acuerdo con nuestra época, que fueran X, Y, Z, etc. Así tenemos a X como una determinada idea arquetípica en el campo del mundo de las ideas. Pero como este mundo de las ideas es la imagen primordial de nuestra realidad visible y percepti­ble, ésta debe encontrarse también en el mundo manifestado.
Con más precisión, esto quiere decir, que debe hallarse en cada nivel de la realidad un cierto representante de la idea arquetípica X. Así encontraremos tanto en el reino animal, como en el vegetal o el mineral, así como también en el nivel del hombre, algo concreto que represente la idea arquetípica X en este nivel de la realidad. Si X no se puede descubrir en cada uno de estos niveles, entonces no merecería el título de "ideas arquetípicas". Esta consideración nos conduce a una matriz que contiene los distintos niveles, que son atravesados verticalmente por las ideas o principios arquetípicos determinados:






Principio
primordial
x
y
Ideas


Definición del
principio
Estructura, obstáculo, resistencia,
Tiempo
Energía, impulso
Cielo
9
9
Mineral
Plomo, cal
Hierro
Planta
Hiedra, cardo, acebo, cola de caballo
Ortiga
Animal
Cuervo, macho cabrío
Fieras, roedores
Cuerpo
Esqueleto, dientes
Músculos, sangre
arterial
Enfermedades
Enfermedades degenerativas,
calcificación, formación de
cálculos
Inflamaciones,
heridas
Lugares
Prisión, convento, asilo de
ancianos, cementerio
Forja, campo
de batalla
Región
Montaña, desierto frío
Región volcánica
Social
Minero, personas ancianas
Soldado
Color
Negro, azul marino
Rojo


En esta matriz hallamos algunos representantes de X e Y en distintos niveles de la realidad, cuya significación o justificación por ahora nos es difícil de comprender. En este momento es sufi­ciente aceptar que el ordenamiento sea así, porque no estamos considerando todavía si son correctos o no.
Lo que sí debería estar claro es que un principio arquetípico atraviesa verticalmente todos los niveles del mundo de las formas.
El número de niveles no tiene límites, los niveles mostrados son un pequeñísimo segmento y se pueden extender a todos los niveles que se prefiera (por ejemplo: tipos de verdura, acciones de cervece­rías, instrumentos musicales, estilos de construcción, etc.). Algu­nos habrán descubierto bajo X los conceptos de la pregunta inicial b) . Aquí se puede llegar a entender, en qué se diferencian las preguntas a) y b).

La pregunta a) contiene distintos conceptos de un solo nivel, a saber del reino animal. Todos hemos sido educados para reconocer esto. Pero la pregunta b) contrariamente, contiene conceptos de una serie vertical de principios, cuyo concepto genérico reside en un principio arquetípico hasta ahora no definido, al que, por ahora llamaremos X. Al tratar de resolver concretamente el problema b) debíamos darnos cuenta que no estamos acostumbrados a pensar de manera vertical y por eso no vemos ningún elemento en común, por más que así sea, como ahora se irá aclarando poco a poco.
Es importante comprender que existe tanto una distribución horizontal de la realidad en niveles, como también un orden verti­cal de cadenas de principios. La primera es usada casi exclusiva­mente por la ciencia, la segunda la usa el esoterismo casi con la misma exclusividad. Porque el axioma: "Como es arriba, así es abajo", lleva obligatoriamente a una manera de pensar vertical. Así que el sistema de pensar científico y el esotérico se diferencian ya exteriormente en exactamente noventa grados. De ahí resulta el bien conocido "discurrir el uno por al lado del otro", característi­co del desencuentro de ambos enfoques, lo que no debería sor­prendernos.

La matriz dibujada nos deja sacar más conclusiones, por ejem­plo: si por cualquier razón cambiara un principio arquetípico, se debería tornar visible ese cambio simultáneamente en todos sus re­presentantes y en todos los niveles de la realidad. Así, de modo análogo, deberían tener sus efectos toda interacción y mutua in­fluencia de los principios primordiales en todos los niveles del mundo visible. Esta relación necesaria también debería hacer posi­ble sacar a la inversa conclusiones de la observación de los repre­sentantes de cualquier nivel concreto, con respeto a las ideas pri­mordiales, que de otra manera no nos serían accesibles.
De modo más concreto, esto significa: cada principio primor­dial tiene que tener cierto animal que le corresponda en ese reino. Si conozco esta correspondencia, puedo tomar un animal de cada principio y reunirlos juntos en un zoológico.
Observado como se comportan estos animales entre sí, debería ser posible sacar con­clusiones, tanto respecto al nivel de los principios primordiales, como también para todos los demás niveles concretos, es decir, se extraen conclusiones por analogía de la observación de un nivel ha­cia otro nivel.
Para proceder así es necesario conocer exactamente las corres­pondencias verticales y también la capacidad de transportar por analogía las observaciones concretas de un nivel a las circunstan­cias de otro nivel. Así que, en pura teoría, observando animales, podemos sacar conclusiones sobre las plantas, los paralelismos so­ciales del hombre o el comportamiento de las acciones de una cer­vecería. Pensar así se llama sacar conclusiones por analogía y no tiene nada que ver con la causalidad.
Para citar un ejemplo banal, esto significaría aproximadamente lo siguiente: si yo sé por experiencia que los domingos debo ir a la iglesia y que cada domingo hay asado de cerdo para la comida, en­tonces puedo llegar a la conclusión de que, si hoy tengo que ir a la iglesia, hoy también voy a comer asado de cerdo al mediodía. Esta conclusión lleva a resultados correctos si bien "ir a la iglesia" no tiene nada que ver con "almuerzo", no existe ninguna relación causal entre los dos hechos. Lo que hace que mi conclusión sea co­rrecta reside en un tercer punto en común, a saber, que estos dos hechos se producen un día, domingo. Pero este tercer punto en co­mún se puede omitir completamente en el momento de sacar la conclusión.
Volvamos a nuestra "matriz de la realidad". En principio resul­ta totalmente indiferente cuál es el nivel que elijo como base ini­cial para una observación y cuáles son los otros niveles sobre los que proyecto las conclusiones por analogía. Pero en la práctica, no todos los niveles se prestan igual de bien. Así que no le aconseja­ría a nadie usar el "zoológico de los principios primordiales", men­cionado como ejemplo, para uso diario. Aunque más adelante vere­mos que en la historia se ha hecho uso prácticamente de todos los niveles para estos fines.

Símbolos para los principios primordiales


Empero, en la búsqueda de un nivel de observación ideal se presentó el firmamento como especialmente fecundo. El nivel del firmamento no se mezcla con otros, y el comportamiento de los astros, captable matemáticamente, hace posible una interpolación para el pasado y el futuro, sin tener que estar observando constan­temente. Como el firmamento con sus astros es un nivel de la reali­dad como cualquier otro, también en él se debían encontrar los re­presentantes de todos los principios primordiales.
Por eso es que se dio a los diferentes cuerpos celestes los nom­bres de los distintos principios que representan en cada caso en el cielo.     
Finalmente debemos encarar los nombres de estos principios primordiales porque en la historia de la humanidad no se los desig­nó con X, Y, Z, como lo hemos hecho nosotros por el momento. Lo que se ha hecho es tomar otros signos como símbolos que no se eligieron al azar, sino que ya eran jeroglíficos discernibles de los principios.     
Nos acordamos del axioma mencionado inicialmente, de que todo lo que origina la naturaleza se compone de la trinidad cuerpo,alma y espíritu.
El espíritu se designaba en los tiempos antiguos con el' símbolo del círculo, que debía simbolizar la unidad y la perfección del principio espiritual. Para el alma el semicírculo, o bien una copa, representaban la predisposición, la receptividad y la impresionabi­lidad del principio del alma. Finalmente el cuerpo se expresa por el símbolo de la cruz, que representa la esencia de la materia, de manera análoga el número 4. Con estos tres símbolos básicos 0 U + se formaron por distintas composiciones los símbolos de los diferentes principios primordiales. Determinadas consideracio­nes condujeron a los sabios de la antigüedad a adoptar 7 principios primordiales. No es el momento de tratar aquí la justificación del número 7. Solamente quiero recordar que también el arco iris tie­ne 7 colores, la semana 7 días, el Padre Nuestro 7 súplicas, etc. Así en la antigüedad se conocían 7 cuerpos celestes. Ciertamente en los tiempos modernos se han agregado 3 planetas más, hasta lle­gar a 10, cosa que en sí no anula el clásico número 7.
Así se declaró al Sol representante del principio espiritual recibió como símbolo un círculo con un centro. La luna represen­ta lo anímico y lo receptivo . La cruz como símbolo de la mate­ria (+) no se representa sola, porque la materia sin alguno de los otros dos principios no puede existir. El símbolo de Mercurio nos muestra que los 3 principios están reunidos en equilibrada armonía. El símbolo de Marte (ésta es la manera originaria de escribirlo hoy se cambia la cruz por una flecha, para evitar equivo­caciones ) nos muestra como la materia domina al espíritu, pe­ro también como el espíritu pone en movimiento a la materia des­de abajo. El polo opuesto es Venus , donde domina claramente el espíritu sobre la materia. En el principio de Júpiter domina el alma sobre lo material, pero el principio de Saturno muestra claramente como pesa la materia sobre el alma.
Sabemos entonces que en los tiempos antiguos los 7 principios primordiales se llamaron Sol, Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpi­ter y Saturno. A estos 7 principios primordiales se les asignaba en cada caso un cuerpo celeste, que recibía el mismo nombre; además se personificaron y se señalaron como dioses. Por eso tenemos que completar nuestra matriz como sigue:

  Principio
  primordial
(x)
(y)
  Ideas


  Definición del
  principio
Estructura, obstáculo,
resistencia, tiempo
Energía, impulso
  Cielo
Saturno
Marte

Apunte tomado del libro: “Vida y destino humano” de Thorwald Dethlefsen.


martes, 5 de enero de 2016

¿Hacerse la carta natal o Trabajar con la carta natal?

            Generalmente decir: “hacerse la carta natal” es una forma de decir (para mí): "voy a echar un vistazo", voy a ver que me puede aportar, que me puede decir, esta cosa tan misteriosa que es la astrología o el astrólogo, persona estudiosa de los cielos (en el mejor de los casos). Una posición más bien expectante, pasiva, observadora, alerta, hasta de cierta manera desconfiada si es que no hay mucha experiencia sobre lo que puede pasar.

            Por otro lado, se podría decir: “voy a trabajar con mi carta natal”. Ahí ya hay otra posición con respecto a lo que puede dar la astrología o el astrólogo. Hay una posibilidad, un observar también pero un poco más participativo. Ya se vislumbra a la carta natal como una herramienta, como un mapa que puede guiarnos sobre mundos energéticos e invisibles como son la propia psiquis, nuestros vínculos y los momentos de la vida.
            El supuesto saber que se le adjudica al astrólogo es bueno discriminarlo: por un lado tiene conocimiento sobre cómo interpretar un mapa astrológico, sus elementos y la información que puede surgir de ellos. Como es un lenguaje simbólico, la carta astrológica es un mapa, un mapa de energías y como se dice en mapa no es el territorio. La carta no es la persona que viene a consultar. No es que a priori, el astrólogo sabe todo sobre la persona, hasta su más intimo secreto…no, a veces se proyecta ese miedo en el poder de saber del astrólogo.
            Esa proyección en la cual se puede depositar las preguntas más metafísicas o más dubitativas sobre el futuro o sobre lo que vendrá, sobreestiman las posibilidades de la herramienta y caerán en saco roto desde mi punto de vista. Hay respuestas, pero también provocan más preguntas, abren posibilidades, no las cierran. Y esto puede ser incomodo para alguien que busca que externamente aparezcan certezas que tranquilicen. Poner todo el poder en el otro, en que va a saber algo que me condicione o me sugestiones, es peligroso esperar eso, se puede generar una dependencia incapacitante. Nos puede pasar con los médicos, con los psicólogos o con cualquier persona que proyectemos un conocimiento desmesurado o idealizado.
            En cambio, en un encuentro con la carta natal, hay una exploración, una observación de uno mismo, de tratar de ser más conscientes, de hacernos responsables de nuestras decisiones. Hacerse la carta natal o trabajar con ella no se circunscribe a una sola mirada, puede haber más de una, debería haber más. Porque la carta podríamos decir que está viva, ya que refleja lo que somos y si nosotros estamos vivos, la carta nos acompaña. Cambia nuestro punto de vista y cambia lo que la carta nos muestra. Tiene muchos niveles de contenido, de sutiles recovecos que se van revelando a medida que vamos relacionando distintos puntos que creíamos inconexos. La carta natal se puede investigar y trabajar toda la vida, es tan profunda como nos animemos a explorarla.

Propongo el trabajo conjunto entre el consultante y el astrólogo me parece que es la mejor estrategia. (continuará)